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Los economistas laborales llevan varios años alertando de las consecuencias que las nuevas tecnologías digitales tendrán sobre el empleo. El problema inminente no es que los robots aceleren la llegada del día en el que no exista la necesidad de trabajadores humanos, puesto que ese escenario aún sigue siendo especulativo. En su lugar, es más importante la transición de la economía ya en curso: los tipos de trabajos disponibles están cambiando rápidamente. Es hora ya de adoptar políticas educativas y laborales que aborden las dificultades de los trabajadores desplazados por la tecnología o de los que no son aptos para optar a nuevas oportunidades. La inteligencia artificial y la robótica pueden mejorar la economía y la calidad de vida, pero si no se desarrollan políticas adecuadas, los beneficios serán solo para unos pocos. (http://www.technologyreview.es/negocios/53189/el-ritmo-implacable-de-la-automatizacion-y-el/). En una línea parecida se ha pronunciado el Foro Económico Mundial de Davos en su reunión del año 2017: «comparte la riqueza que generas o sufre las consecuencias«.

Es importante recordar que no hay una escasez relevante de trabajo que sólo pueda ser realizado por los seres humanos. Y eso seguirá siendo cierto durante muchos años. El desafío al que enfrentamos hoy no es un «mundo sin trabajo» sino un mundo con un trabajo que cambia rápidamente. La respuesta no consiste simplemente en reemplazar los ingresos de los trabajadores desplazados por la tecnología, sino en prepararlos para hacer nuevos empleos que se necesitan desesperadamente en educación, atención sanitaria, infraestructura, limpieza ambiental, espíritu emprendedor, innovación, descubrimiento científico y muchas otras áreas. (http://sloanreview.mit.edu/article/how-to-thrive-and-survive-in-a-world-of-ai-disruption/).

La innovación comienza aquí analiza las consecuencias sociales de la automatización en el capítulo 4: Transformación digital.

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