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Una administración transparente aporta valores indudables para el ciudadano; le permite saber si una determinada decisión está bien tomada o si una información ha sido manipulada en interés de quien la comunica.
Siguiendo a Iñaki Ortiz y Alberto Órtiz de Zárate, de Administraciones en red , la transparencia implica tanto claridad (es decir, adaptación de sus lenguajes a los utilizados por los ciudadanos) como obscenidad (definida por los autores como mostrar lo que normalmente se oculta; transparencia = claridad x obscenidad) : “Una administración transparente no tiene miedo de permitir que la ciudadanía tenga acceso a la información de los programas que pone en marcha, desde la misma fase de diseño, y a través de todas las demás. No espera a acabar el programa para ofrecer un informe, convenientemente suavizado. Una Administración transparente entabla una relación adulta con sus administrados.”
Evidentemente no todo puede ser transparente y existen casos y motivos en los cuales la salvaguarda de los derechos personales debe prevalecer sobre potenciales intereses comunes, pero, aún así, resulta útil establecer modelos que ayuden a determinar las fronteras. Uno de ellos es el que ha publicado la Comisión Europea en el informe: Value for citizens. A vision of public governance in 2020 , en el que se establece un triple conjunto de objetivos políticos, cada uno de los cuales incorpora al anterior:
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“ Eficiencia – la búsqueda de los ahorros de costes: un conjunto de instituciones dinámico, innovador, impulsado por la productividad y orientado a la prestación de valor a cambio del dinero de los impuestos, donde se ve al usuario un contribuyente y el dilema para la política es cómo ofrecer «más por menos’.
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Eficacia – la búsqueda de la calidad de los servicios: los gobiernos como productores y prestadores de servicios interactivos, centrados en el usuario, innovadora e inclusivos, donde se ve al usuario como un consumidor o cliente y el dilema político es cómo encontrar un equilibrio entre necesidades colectivas y demandas individuales.
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Gobernanza: la búsqueda de valor público: servicios medibles, flexibles, participativos y democráticos, donde se ve al usuario como participante social, votante y tomador de decisiones y el dilema político es cómo balancear la apertura con la legítima intimidad y protección de intereses.”
La administración puede, así, ser mucho más abierta, participativa y democrática. Las nuevas herramientas tecnológicas permitirán el desarrollo de programas y actuaciones más basados en la evidencia, capaces de sustentar decisiones que sean a la vez más eficaces en si mismas y mejor explicadas en términos de su justificación, por la presentación de las evidencias al respecto.
Claro que, para poder llegar a disfrutar de estas optimistas predicciones es necesario superar la segunda brecha digital , tanto entre el colectivo de técnicos de la administración como entre el de los políticos encargados de gobernar, de forma tal que ambos colectivos puedan ser capaces de entender que si los datos que la administración debe proporcionar a los ciudadanos han de ser buscables, rastreables y accesibles no es posible cumplir el requisito de publicidad con la simple publicación en el sitio web de un archivo en formatos propietarios, aunque sean de uso ¿gratuito?, como el pdf. Se precisan datos abiertos, distribuidos y relevantes, tal y como se plantea en: diez medidas para la transparencia.
Véase, por ejemplo, la manera en la que la Xunta de Galicia entiende su propia transparencia y cumple el requisito del artículo 17 de la Ley 4/2006, del 30 de junio, de transparencia y de buenas prácticas en la Administración pública gallega relativo a la obligatoriedad de publicar en la página web de la Xunta de Galicia las retribuciones de las personas consideradas altos cargos: http://www.xunta.es/consellerias; esta manera ni permite búsquedas, ni es rastreable ni accesible para personas con minusvalías. Estoy casi seguro de que nadie le ha explicado al Secretario General correspondiente el significado y la importancia de estos términos pero también lo estoy en la misma medida de que ninguno de ellos ha preguntado: dime con quien hablas y te dire como decides.
Ánimo, hay mucho trabajo por hacer.
Mientras tanto, lo que se critica a nuestros políticos es que utilicen excel para comunicar la estructura de la Xunta (ver http://www.xunta.es/periodico/210409estrutura.xls en la noticia http://novas.xunta.es/node/14374). ¿Y si Núñez Feijoo hubiera publicado un sitio web específico para la estructura de gobierno, gráfico, y actualizado en tiempo real con los nombramientos?
Conectado también con esto está la necesidad de que exista un directorio de servicios de la administración pública, y que esos servicios sean en parte servicios de cara al público, pero también servicios para aplicaciones. Toda información que la administración pudiera ofrecer hacia sus administrados debería estar disponible de esta forma, documentada, estructurada, consultable y analizable mediante aplicaciones, permanente -nada de censura, claro- y actualizada en tiempo real con el sistema de información del departamento que la genera. ¿Por qué mejor información para el político que para el ciudadano que lo contrata?
En fin, que aún queda mucho por hacer 🙂
¿Qué tiene de malo el Excel? Tiene un gran mérito y ha estado presente en nuestros escritorios durante mucho tiempo, sacándonos de muchos apuros cuando no existían alternativas. Lo grave no es haber usado un archivo Excel para salir del paso; lo realmente grave es que apenas existían alternativas y si hace unos días decía que mal podíamos ejercer nuestros derechos a la transparencia con archivos de tipo pdf, por su falta de estructuración de datos, hoy la situación es todavía peor, puesto que esos archivos han sido eliminados o, al menos, no son directamente accesibles. A día de hoy (29/04/2009) la única consellería de la Xunta que tiene activa su página web es la de Facenda: http://www.conselleriadefacenda.es/web/portal/portada y, aún así, han desaparecido los documentos que hacían referencia a las retribuciones de los altos cargos recientemente cesados sin que estén disponibles las de los nuevos. La transparencia no sólo requiere voluntad, también requiere orden, estructura e inversión y esto no se improvisa. Como tu bien dices, información documentada, estructurada, consultable, analizable, permanente y actualizada en tiempo real. Lo de la censura lo omito, puesto que prefiero creer que estas cosas son imposibles en un país democrático como el nuestro. Gracias, una vez más, por el comentario; tan incisivo como siempre.
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